Um quadro do processo de imigração na Argentina, sobretudo de peruanos e paraguaios, particularmente para o trabalho doméstico.
Las fronteras porosas de América Latina
En un encuentro sobre migraciones se analizó el flujo histórico de personas y las razones del caso actual donde la Argentina recibe pobladores de países latinoamericanos.
Gobernar es poblar", sentenció Juan Bautista Alberdi en las Bases y Puntos de Partida para la Organización Nacional a poco de haber concluido la Batalla de Caseros que puso fin al régimen rosista. El político tucumano, nacido el mismo año de la Revolución de Mayo, fue el principal ideólogo de la Constitución de 1853. "En América todo lo que no es europeo es bárbaro", escribió en las Bases sostenido por el eurocentrismo de la época.
A 150 años, "la idea de la cultura dominante está muy presente", alertó Néstor Cohen, investigador del Instituto Gino Germani, en las Jornadas Internacionales "Las Migraciones actuales en Argentina", organizadas por la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Reunidos en el Centro Cultural Borges, investigadores y funcionarios de América Latina debatieron sobre el rol del Estado y sus instituciones en relación con la nueva ola inmigratoria proveniente, en su gran mayoría, de otros países suramericanos.
"En cualquier programa de integración debemos reconocer al otro como colectivo, respetar sus condiciones culturales y de organización", dijo Cohen quien, junto a su equipo, fue convocado por el Estado para idear un programa de integración sociocultural. Consultados sobre cuáles eran sus expectativas sobre un proyecto integrador, los líderes de opinión de las colectividades paraguayas, bolivianas, peruanas, chilenas, brasileñas y uruguayas residentes en Argentina, coincidieron en que preservar su cultura original, gozar de asistencia legal y laboral y, sobre todo, evitar la dispersión y la disgregación eran los ejes fundamentales de cualquier plan. El investigador del Gino Germani advirtió que la participación igualitaria en el sistema productivo era una condición sine qua non para cualquier programa de integración sociocultural.
A principios del siglo XX, de acuerdo al censo poblacional de 1914, 3 de cada 10 habitantes era extranjero: el 40% provenía de Italia y el 37%, de España. Hacia esa primera década del siglo pasado, el 70% de la población total del país vivía en la región metropolitana. Si bien en la actualidad la inmigración proviene mayoritariamente de otros países latinoamericanos, la mayoría de los nuevos habitantes elige también el área metropolitana y la ciudad de Buenos Aires para fijar su residencia. "El 70% de las mujeres peruanas y el 60% de las paraguayas trabaja en el servicio doméstico y, en promedio, la brecha de ingresos entre los trabajadores nativos y los inmigrantes es del 13%", destacó Marcela Cerruti, integrante del Centro de Estudios de Población del Conicet. A pesar de esta desventajosa situación, la investigadora celebró la existencia de la nueva ley de migración que considera al inmigrante como sujeto de derecho más allá de su situación migratoria. "Se lo mira como un aporte y no como un problema. La contribución económica de los migrantes es superior a los costos del Estado y además ocupan espacios complementarios y no competitivos en el mercado de trabajo", dijo Cerruti contrarrestando las posiciones xenófobas.
"Luego de la Guerra de la Triple Alianza, de una población de más de un millón de habitantes, quedaron menos de 300 mil", comenzó su exposición Tomás Palau, sociólogo e investigador de la Universidad de Asunción. Según Palau, el gran problema de la concentración de la tierra en Paraguay tiene su raíz en las consecuencias de la guerra: "Las mujeres y los niños que quedaron no pudieron acceder a las tierras, pero sí lo hicieron los capitales extranjeros". En la actualidad, el 40% de la población paraguaya sigue viviendo en las zonas rurales. "Los paraguayos están más interesados en que se les garantice el derecho a no emigrar que a hacerlo", reveló el sociólogo basado en entrevistas a los campesinos.
México es otro de los países latinoamericanos que cuenta con una gran cantidad de emigrantes: 11 millones 700 mil mexicanos viven en Estados Unidos y Canadá. "En los últimos 5 años, a raíz de la crisis económica mundial, ha habido un detenimiento de la emigración", informó Ernesto Rodríguez Chávez, director del Centro de Estudios Migratorios del Instituto Nacional de Migraciones de México.
En momentos en que en los países europeos los inmigrantes son considerados delincuentes, en América Latina se suscribió el Plan Sudamericano de desarrollo humano de las migraciones que enfatiza en sus principios la no existencia de "personas ilegales". El migrante sin la documentación en regla es calificado de "irregular": la infracción es administrativa, no un delito penal. "A esto se suma, el Convenio del Mercosur para la libre circulación y residencia de sus habitantes", agregó Adriana Alfonso, directora de la Dirección Nacional de Relaciones Internacionales del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de Argentina.
A su turno, Lelio Mármora, director de la Maestría en Políticas de Migraciones Internacionales de la UBA y docente de la UNTREF destacó los avances de los últimos años: "en la actualidad, desde los Estados, hay un reconocimiento de los efectos positivos de los migrantes; en la ley, gozan de ciudadanía plena en sus países de origen y en los de residencia. En la Constitución de Ecuador, por ejemplo, se incluye el respeto a los derechos humanos de los migrantes". El experto en temas migratorios concluyó su exposición con una clara reflexión: "Este es un caso en el que los gobiernos van más adelante que la conciencia colectiva. Es necesaria una campaña de sensibilización e información pública para no caer en brotes xenófobos".
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